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¿Cómo lograr disciplina y/o control mental?

Blog CCI
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Hay una gran diferencia entre disciplina y control mental. Un gran número de personas no son disciplinadas por naturaleza. La disciplina es un músculo, así que hay que entrenarla como tal para fortalecerla. Algunas de las mejores formas de conseguir disciplina son la meditación, la higiene del sueño y el régimen de ejercicio, que aumentarán tu autoconfianza y tu fuerza. También puedes conseguir disciplina concentrándote en algo todos los días durante al menos 15 minutos hasta que se convierta en algo natural para ti, como leer algo o practicar yoga todos los días antes de acostarte, por ejemplo (¡o ambas cosas!). Algunas de las peores cosas que pueden afectar a tu disciplina son la falta de autoconciencia y el sentirse con derecho a todo (por ejemplo, no hacer nada de ejercicio porque "no quiero que aumente mi porcentaje de grasa corporal"). La disciplina es cuestión de práctica: Como con cualquier otra habilidad, desarrollar la disciplina lleva tiempo. El primer paso para alcanzar la disciplina es ser consciente de qué es lo que más necesitas disciplinar en tu vida en este momento (¿la salud? ¿las finanzas? ¿las relaciones?). No esperes milagros de la noche a la mañana; en lugar de eso, intenta dar pequeños pasos para ser más disciplinado con el tiempo (como hacer la compra todas las semanas en lugar de una vez cada dos meses). Si careces de control mental, intenta eliminar los pensamientos negativos de tu cabeza practicando algún tipo de meditación u otra técnica de relajación a diario para asegurarte de que esos pensamientos no te distraigan de las tareas que requieren concentración.

Hay una gran diferencia entre disciplina y control mental.

La disciplina es un músculo. El control mental es un estado mental. La disciplina, como he dicho antes, es externa, es algo que tienes que entrenar a tu cuerpo para que lo siga, mientras que el control mental es algo que puedes conseguir practicando la autoconciencia y la atención plena.

La diferencia clave entre disciplina y control mental es que la primera implica una fuerza externa (como un entrenador o un padre) que nos obliga a hacer algo que no queremos hacer: un empujón que nos pone en movimiento hacia nuestro objetivo (como cruzar corriendo la línea de meta). El control mental significa lograr la autorregulación para poder regularnos a nosotros mismos sin ayuda de los demás; esto ocurre cuando aprendemos no sólo qué cosas importan, sino por qué importan: lo que más importa en un momento dado determina qué acciones son necesarias a continuación, en lugar de simplemente reaccionar de forma automática basándonos en condicionamientos pasados, como el perro de Pavlov que salivaba cada vez que oía a su dueño tocar las campanas a la hora de comer, allá por 1884.

Un gran número de personas no son disciplinadas por naturaleza.

La disciplina es un músculo.

Lleva tiempo desarrollar la disciplina y es importante tener en cuenta que todo el mundo tiene el potencial para ser disciplinado, pero no todo el mundo lo es por naturaleza. Si no te sientes disciplinado por naturaleza, o tienes problemas de autodisciplina, hay muchas formas de mejorar tu disciplina y control mental:

  • Autoconciencia: Ser consciente de cómo piensas y sientes es fundamental para entenderte mejor a ti mismo, y esto te ayudará a entender también cómo piensan los demás. También significa ser capaz de identificar cuándo tus emociones se interponen en tu camino para tomar buenas decisiones o alcanzar objetivos (incluso si esos objetivos son simplemente comer sano).
  • Desconectar de las causas externas: Cuando nos distraemos con factores externos (mensajes de texto de amigos, programas de televisión que queremos ver), a nuestro cerebro no le queda energía suficiente para nuestros procedimientos de pensamiento orientados a objetivos, ¡lo que significa que no podremos concentrarnos! ¿Cuál es la solución? Ir a un lugar tranquilo donde no haya distracciones para que toda la atención se dirija a realizar la tarea que tenemos entre manos sin que nada nos interrumpa.

La disciplina es un músculo, así que hay que entrenarla como tal para fortalecerla.

La disciplina es un músculo y, como cualquier otro músculo del cuerpo, se puede entrenar. No puedes esperar ser capaz de actuar en el escenario con un control mental asombroso de la noche a la mañana. Se necesita tiempo y práctica para fortalecer el músculo de la disciplina. Hay que trabajar en ello todos los días, igual que se sale a correr o se levantan pesas.

Algunas de las mejores formas de conseguir disciplina son la meditación, la higiene del sueño y el régimen de ejercicios, que desarrollarán tu autoconfianza y fortaleza.

  • Meditar. La meditación es una buena forma de aprender a controlar los pensamientos, lo que le ayudará a conseguir disciplina mental.
  • La higiene del sueño es importante para la salud mental. La cantidad de sueño que se necesita varía según la persona y la edad, pero la mayoría de la gente necesita entre 7 y 9 horas por noche para sentirse descansada y fresca por la mañana. Si tiene problemas para conciliar el sueño por la noche o se despierta con frecuencia durante la noche, esto puede afectar a su capacidad de concentración durante el día porque interfiere con el ritmo circadiano natural de su cuerpo (el "reloj de 24 horas" que regula procesos corporales como las hormonas).
  • El régimen de ejercicio es importante para la salud física y mental. El ejercicio regular ayuda a reducir los niveles de estrés y mejora la autoestima, dos factores que contribuyen a mejorar la disciplina en la vida en general.

Algunas de las peores cosas que pueden afectar a tu disciplina son la falta de autoconciencia y el sentimiento de tener derecho a todo.

Ser capaz de reconocer lo que estás haciendo mal, sin culpar a nadie más ni poner excusas, es un gran primer paso para construir disciplina y fortaleza mental.

Si no eres consciente de lo que ocurre en tu propia cabeza, te resultará muy difícil cambiar algo de ti mismo. No sabrás cuándo ni por qué estás perdiendo el control sobre tus pensamientos y acciones, ¡ni siquiera con qué frecuencia ocurre! Esto hace que te resulte imposible corregirte o mejorar cualquier rasgo negativo que pueda estar impidiéndote alcanzar tu potencial como individuo (y como líder).

La disciplina es cuestión de práctica.

No se nace con ella, ni se desarrolla de golpe. La disciplina es un músculo, y como tal debe entrenarse y fortalecerse como cualquier otro músculo del cuerpo. Si quieres desarrollar la disciplina, debes esforzarte por hacerlo practicando con regularidad hasta conseguir los resultados deseados. Nadie se vuelve disciplinado de la noche a la mañana, sino que es un proceso continuo que requiere tiempo y esfuerzo por tu parte para conseguir dominar esta habilidad vital para la vida.

Tú puedes elegir si quieres o no disciplina en tu vida, pero si miramos a la historia veremos cuántos grandes hombres alcanzaron la grandeza en virtud de su estricta autodisciplina y su ética de trabajo duro, como Winston Churchill, que dijo: "¡Nunca te rindas! Nunca te rindas!" También dijo: "Los imperios de hoy descansan sobre flechas disparadas hace mucho tiempo", lo que nos recuerda la importancia de persistir incluso cuando las cosas parecen oscuras.

El primer paso para lograr la disciplina es ser consciente de aquello en lo que más necesitas ser disciplinado en tu vida en este momento.

¿Cuáles son sus objetivos?  Por ejemplo, si el objetivo es perder peso, sería bueno saber cuántos kilos quieres perder y cuándo quieres hacerlo exactamente.

¿Cuáles son tus puntos débiles?  Ser consciente de todos los aspectos negativos de uno mismo es una condición necesaria para hacerse mejor que antes. La mejor forma de hacerlo es preguntando a amigos o familiares que te conozcan bien y no tengan motivos para no decir la verdad al respecto, si no, ¡siempre está el espejo! También puedes consultar un test llamado DISC (Dominance Influence Steadiness Compliance) que te ayudará a determinar qué tipo de rasgos de personalidad tengo según mis patrones de comportamiento en el trabajo o en casa, etc. Es como tener un ojo puesto en cuánta energía gastamos cada día haciendo varias cosas: Leer correos electrónicos de colegas en lugar de trabajar en proyectos empresariales importantes; salir con los amigos todos los viernes por la noche en lugar de estudiar mucho durante los fines de semana, etc... Lo que nos lleva directamente a nuestro siguiente punto:

¿Cuáles son tus puntos fuertes?  Saber exactamente qué es lo que nos hace fuertes nos permite no sólo reconocer nuestros propios talentos, sino también reconocernos el mérito cuando lo merecemos, en lugar de machacarnos constantemente porque "no hacemos nada bien" (algo que ocurre con demasiada frecuencia). Una buena forma de autodesarrollarse es aprovechar la experiencia de los demás sin perder de vista nuestros propios objetivos: los libros electrónicos son el ejemplo perfecto, ya que requieren una inversión de tiempo mínima y proporcionan información útil sobre determinadas áreas relevantes para nuestros objetivos personales.

No esperes milagros de la noche a la mañana. En lugar de eso, intenta observarte a ti mismo con honestidad y desactiva las causas externas en la medida de lo posible, como las malas personas que te rodean o las notificaciones del teléfono mientras trabajas en algo importante.

No esperes milagros de la noche a la mañana. En lugar de eso, intenta observarte a ti mismo con honestidad y desconecta en la medida de lo posible las causas externas, como las malas personas que te rodean o las notificaciones del teléfono mientras trabajas en algo importante.

No culpes a los demás de tu falta de disciplina. No tengas miedo de admitir que aún no eres lo bastante disciplinado: nadie nace con autodisciplina, pero es una habilidad que puede desarrollarse con esfuerzo y tiempo.

Si careces de control mental, debes trabajar para eliminar los pensamientos negativos de tu cabeza practicando diariamente algún tipo de meditación u otra técnica de relajación.

Si careces de control mental, debes esforzarte por eliminar los pensamientos negativos de tu cabeza practicando a diario algún tipo de meditación u otra técnica de relajación. Cuando estamos estresados y nuestras neuronas se disparan rápidamente, nuestro cerebro se convierte en un caldo de cultivo para los pensamientos negativos. Al calmarnos y centrarnos en cosas positivas, podemos eliminar estos pensamientos negativos y controlar mejor nuestra mente. Al principio puede resultar difícil, pero con la práctica será más fácil mantener la disciplina ante situaciones estresantes.

La clave está en no dejarse distraer o agobiar por preocupaciones sobre lo que podría pasar en el futuro si no hacemos algo ahora mismo (o peor aún - pensar en lo mal que podrían ir las cosas). No tiene sentido preocuparse por lo que pueda ocurrir mañana o la semana que viene, porque aunque ocurra, preocuparse no cambiará nada. Concéntrate en la tarea que tienes entre manos e intenta que las distracciones no se interpongan en tu camino.

El control mental requiere mucha confianza en uno mismo y fuerza, que se adquieren con el tiempo tras crear un buen hábito a partir de algo sencillo y agradable como meditar o correr, por ejemplo.

Lo más importante que hay que tener en cuenta es que la disciplina y el control mental son una habilidad. Como cualquier otra habilidad, requiere práctica y tiempo antes de ver resultados. Si quieres ser bueno en algo, la única manera es practicarlo una y otra vez hasta que se convierta en algo natural.

Así que sí, no hay atajos ni soluciones rápidas para conseguir disciplina o fuerza mental utilizando algún tipo de poción mágica o máquina de ondas cerebrales. Sin embargo, hay formas de mejorar el autocontrol con el tiempo si uno se lo propone con todas sus fuerzas:

  • Los buenos hábitos y el pensamiento positivo son la clave de la fuerza mental. Cuanto más practiques, más mejorarás. Cuanta más confianza se tenga, mayor será el autocontrol.

La disciplina y el control mental son dos cosas diferentes, pero ambas implican utilizar la mente para conseguir determinados resultados. Si careces de disciplina en tu vida, el primer paso debería ser identificar qué está causando este problema y eliminar esas causas externas en la medida de lo posible. No esperes milagros de la noche a la mañana; en lugar de eso, intenta mirarte a ti mismo con honestidad y desactiva las causas externas, como las malas personas que te rodean o las notificaciones de tu teléfono mientras trabajas en algo importante.

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