La teoría del zoo es un conjunto de teorías propuestas por Bruno Klopfer y Karl Menninger en la década de 1940 que sostenían que los delincuentes pueden diferenciarse de los no delincuentes en función de dos rasgos: la psicopatía y el sadismo. La teoría se basaba en la idea de que los animales pueden dividirse en especies "conespecíficas" y "heteroespecíficas": especies que comparten un conjunto común de características biológicamente determinadas y especies que no. Klopfer y Menninger sostenían que el grupo heteroespecífico incluía a depredadores y presas; los que eran más poderosos y violentos, y los que eran menos poderosos pero más dóciles. Según su hipótesis, los humanos también entran en esta división, ya que algunos -los "depredadores", decían- nacen con ciertas características que los predisponen a la violencia
La teoría del zoo es un conjunto de teorías propuestas por Bruno Klopfer y Karl Menninger en la década de 1940 que sostenían que los delincuentes pueden diferenciarse de los no delincuentes en función de dos rasgos: la psicopatía y el sadismo.
La teoría se desarrolló como resultado de las investigaciones realizadas por varios psicólogos, entre ellos Lewis M. Terman, sobre la relación entre los trastornos mentales y la delincuencia. El estudio más famoso realizado por estos psicólogos fue sobre 408 hombres recluidos en la prisión de San Quintín por condenas de asesinato; descubrieron que un tercio cumplía los criterios de lo que con el tiempo se conocería como psicopatía (definida comúnmente como un trastorno antisocial de la personalidad) o sadismo (definido principalmente por fantasías sexuales o violentas).
La teoría del zoo se basaba en la idea de que los animales pueden dividirse en especies "conespecíficas" y "heteroespecíficas": especies que comparten un conjunto común de características biológicamente determinadas y especies que no. Los "conespecíficos" son miembros de la misma familia biológica y sus similitudes se deben a la herencia genética. Las heteroespecíficas son miembros de familias biológicas distintas, pero no son tan diferentes entre sí porque comparten entornos similares (y, por tanto, retos similares) durante el desarrollo.
La teoría del zoo sostenía que los humanos, al ser mucho más variados que la mayoría de las demás criaturas, es probable que hayamos evolucionado de forma que seamos tanto genéticamente diversos como ambientalmente adaptables: ¡nuestra herramienta de supervivencia más importante son las habilidades comunicativas capaces de adaptarnos rápidamente a cualquier situación!
La teoría del zoo se basa en la idea de que somos como animales en un zoo, y los demás nos ven como especímenes interesantes. Según esta teoría, todos vivimos en un gigantesco experimento de ciencias sociales en el que todo el mundo observa y analiza el comportamiento de los demás.
La teoría del zoo afirma que cada uno tiene su propio animal en mente cuando te mira: por ejemplo, si eres alto y delgado y pelirrojo, la gente puede pensar en leones o gacelas. Si eres bajito, regordete y pelinegro, a otros les vendrán a la cabeza los chimpancés. La idea es que ciertas características físicas pueden hacer que los demás nos vean como depredadores o como presas: criaturas más poderosas pero potencialmente peligrosas a las que hay que evitar (como los leones), o criaturas más débiles más adecuadas para ser consumidas por otras más grandes (como los ciervos).
Lo importante aquí no es exactamente qué animales nos vienen a la mente cuando miramos a otra persona, sino si estas asociaciones tienen sentido dentro de un contexto evolutivo (por ejemplo, si sería probable que se comieran unos a otros).
Según la teoría, los humanos también entran en esta división, ya que algunos -los "depredadores", decían- nacen con ciertas características que les predisponen a la violencia. La idea es que estos depredadores tienen una predisposición biológica hacia la violencia y la agresión.
Esta disposición biológica hace que a estos individuos les resulte más fácil cometer actos violentos, mientras que a los que no tienen esa predisposición les puede resultar más difícil.
La teoría ha sobrevivido como hipótesis de alguna forma desde que se propuso por primera vez, pero ya no está respaldada por datos empíricos ni es generalmente aceptada por los criminólogos. La teoría se basa en la idea de que los animales pueden dividirse en especies "coespecíficas" y "heteroespecíficas". En términos sencillos, los conespecíficos son miembros de la misma especie, mientras que los heteroespecíficos no son miembros de la misma especie.
En un principio se creía que la violencia humana se debía principalmente a la agresión entre congéneres, pero las investigaciones han desmentido esta creencia al demostrar que los seres humanos son más propensos a comportarse de forma violenta con personas de fuera de su propio grupo étnico que dentro de él.
La teoría del zoo ya no es la teoría criminológica dominante sobre la psicopatía. Sin embargo, sigue siendo una idea intrigante que todavía puede ser útil para comprender a ciertos tipos de delincuentes.
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